JUAN DE DIOS GARCÍA. CANTO FENICIO
(Chamán, Albacete, 2022)
  
   El primer texto, prosa poética, marca una forma, un enfoque con el que el autor se aproxima a la sustancia de su escritura: «De niño veía películas bélicas con mis hermanos. Cada uno elegía su papel en el bando de los vencedores. Yo nunca elegía al líder, sino al amigo imprescindible del líder, que también ganaba la guerra, pero en la puesta de medallas estaba en un segundo plano. Los medallistas lo sabían, el público no. Con eso bastaba. De hecho, era maravilloso. Así ha sido mi vida. Y así será: una gloria subterránea».
   El desplazamiento al “segundo plano” resulta muy interesante como perspectiva. Y es de algún modo lo que ocurre con la escritura a lo largo del libro (nota personal: es desde allí que la literatura puede buscar el asombro, atacar el aturdimiento y no ser una oferta más al frente de los hechos).
   El canto fenicio, aquello que solo puede “escucharse” en conjeturas. Las voces que se pierden para recuperarse desde el ensayo de nuevas posibilidades. La tradición es, en buena medida, imaginación; el tiempo es siempre nuevo, como dice en uno de los textos: «El mundo se reinventa en una ola de sangre».




   Las lecturas, los discos, las películas, la experiencia: narrar con lirismo el segundo plano del yo. Abrirlo para que pasen otras historias. Cruzar el drama de una escena conjeturada. Eso es lo que hacen los textos de este libro.
   Cito uno más, increíble. Se titula ‘Navegación y comercio’: «He dedicado mucho estudio a esta autopsia. Algunos solo pasan un día más en una vida incompleta. Otros, en cambio, tararean 'Whatever' recogiendo migajas de los dioses. Da igual, el amor es una alucinación colectiva. Grabo esta máxima con el dedo en la luna trasera de un coche polvoriento. [...] Así que vengo del mercado, de comprar amigos que son baratos. Y sigo escribiendo como quien redacta cartas a los muertos».
   Busquen este libro, seguro lo van a disfrutar tanto como yo.
 
 
Diego L. García

Comentarios