He
leído Carmina de Andrés García Cerdán.
Es un libro en el que el jazz, Borges y Kurt Cobain conviven en armonía, en el
que se abrazan Dante, Verlaine y Fernando Alfaro, un espacio donde Trafalgar
Square incluye horizontes manchegos, donde puede resucitar Claudio Rodríguez
trabándosele la lengua en mitad de un after
a ritmo de drum and bass, un
combinado bien agitado de licor tradicional con las frutas variadas que exprime
un hedonista contemporáneo. En definitiva, Carmina
es uno de esos libros que cuando lo terminas te hace pensar: «Irse de fiesta
con este tío tiene que ser la bomba».
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