Poesía en Roma. Hay algo de
cuenta pendiente muy bien resuelta en este libro de Santiago Montobbio. Su padre
escribió sobre el Trastévere y su madre adora las naranjas en jardines cerrados
de la iglesia de Santa María, en el mismo célebre barrio. Cabe en este diario de
viaje poético la esencia sensorial del mundo. La familia, el café, los helados,
la mitología literaria, la noche, el mar romano, la santidad, la amistad de Carmelita,
los hoteles, las libretas de piel en las que escribir de manera desenfrenada
entre los miles de espacios, itinerarios, tiempos y tempos que ofrece la ciudad,
sus ruidos y silencios, música sagrada, España en Italia, Barcelona en Roma,
libros y estatuas. El libro es la forma de la estatua; el hombre, la materia. Como
advirtió José María Álvarez: «Si me pierdo, buscadme en Roma».
ACABO el poema,
levanto la vista
de la libreta y veo un
gato negro.
Un gato de Roma. Un
gato entre
las ruinas. También
así tantas
veces los poemas.
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