Joaquín
Baños me envía un enlace sobre una entrevista a Constantino Molina que le han
hecho en el programa de radio Tres en la
carretera. El formato me gusta, por simple y recto. El autor invitado habla
de su obra con la locutora y cada cinco minutos se intercala una canción
elegida a propósito, que funciona como banda sonora sentimental de la vida del
autor.
Son
graciosos los temas musicales de Junco o Los Chichos seleccionados como «la
música con la que me he educado en mi pueblo».
No
he leído aún ningún libro de Tino, solo poemas sueltos, pero los que he leído o
escuchado son muy buenos. Su personalidad —la que transmite a través de las
ondas, pues aún no he tenido la oportunidad de conocerlo— es otro cantar, pero
eso ya no es letra impresa, es estrategia de supervivencia ciudadana. Ahí no
entro. No me interesa casi nada ahora el escritor y su intervención en
sociedad. Llevo un año y dos meses reflexionando sobre esto.
El
caso es que ese libro de Tino Molina, Cingla,
parece interesante.
Aprovechando que he escuchado la entrevista a Tino, le he
dado a la ruleta del ratón y he encontrado una entrevista anterior a Ángelo
Néstore. Lo que dialogaba con la locutora era atrayente. Lo que leía no estaba
tan a la altura. Lo que parece evidente es la cimentación sólida de nuevas
voces de la poesía española contemporánea.
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