Se desvanece 2020 y en su agonía
nos deja la marca de miles de hematomas. Desconfío de 2021 como de un diputado
en el congreso, pero igual prende por mi tierra el hechizo centenario del kintsugi japonés y nos aporta la
oportunidad de reponer lo abandonado a través de una conformidad serena. Hay
demasiada gente aquí que no sabe resarcirse, no tiene diligencia, sólo se ve
como un piano admirable caído desde un rascacielos al asfalto, hecho astillas,
sin posibilidad de dotar de belleza a esa imagen, ese detritus.
Comentarios
Publicar un comentario