19/3/2023


   —Hijo, han pasado ya unas horas y todavía no te he escuchado eso de “Feliz día” y tal. Que a mí me la suda, pero... Yo qué sé... En casa puedes disimular que no eres un tipo duro y callejero.
   —¡Ah, coño! Sí, perdona, papá. Es que... ¿Sabes? Me he despertado, me he puesto a mirar el móvil en la cama, he visto trescientas mil historias de Instagram, todas de chicas, por cierto, poniendo fotos de ellas con sus padres y abuelos y daba mucho asco tanto postureo sentimental. Me he levantado ya queriendo olvidar imágenes cringe en mi cabeza y por eso se me ha pasado felicitarte.
   —No sabes cómo te entiendo, hijo.
   Mi mujer, que observaba de cerca nuestra conversación, se ha pronunciado con razón y contundencia:
   —Desde luego, sois igual de gilipollas los dos.


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