5/1/2004


   Hoy he hecho un primer acercamiento al mundo de Joseph Brodsky con Parte de la oración. Su arraigada propensión al recogimiento y la tristeza desarrolla un largo verso de ensueño noctámbulo. Puede pasar esto cuando el exilio es una esencia.
 
Mi verso mudo, mi callado verso
pero aciago —mal le pesen las riendas—,
¿a dónde de este yugo iremos a quejamos
y a quién decir la vida que llevamos?
Por mucho que, pasadas ya las doce, buscando
detrás de la cortina, con cerillas, el ojo de la luna,
expulses de los restos de tu mueca opaca
con la mano, en la mesa, de la locura el polvo.
Por mucho que embadurnes este engrudo escrito
más denso que la miel, ¿con quién quebrar
en la rodilla, o en el codo al menos,
una vez más, el trozo ya cortado, mi callado verso?


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