Visita de Pablo Castellanos, mi querido
primo de Comodoro. Como estoy advertido de su llegada, dispongo con la familia
un horario de sábado en el que esté libre hasta la noche. La conversación con
Pablo está centrada últimamente en dos temas: experiencias de viajes y lecturas
sobre autoconocimiento. Lleva un libro de Ken Wilber bajo el brazo. Tiene la
etiqueta de la biblioteca pública de Barcelona, donde ha estado residiendo
desde septiembre. Me cuenta el funcionamiento del centro de meditación para el que
ha cocinado durante el otoño, sus carreras en bicicleta por la llanura
barcelonesa, su interés por el taoísmo, el zen, el vegetarianismo abierto, la
consciencia necesaria de alcanzar una nutrición acorde con la escucha de
nuestro cuerpo. Ya no se siente mal por llevar este modo de vida, este
equilibrado nomadismo mientras la gente muere de hambre en poblados de Uganda.
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