9/9/2012


   He leído El café de Goldoni. Aparte de disfrutar de una buena representación escénica, siempre defenderé la lectura solitaria, silenciosa o en voz alta, de la obra teatral. Quizá por defecto de escritor, todavía me puede más el texto que su elevación corporal o visual. Nada como el lenguaje para remover la abstracción espiritual.


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