14/2/2013


   He leído Felicidad clandestina de Clarice Lispector. Una maravilla. Era la escritora favorita de mi admirado Ezequiel Pérez Plasencia, al que hace ya dos años que echo mucho de menos. Qué nostalgia de su conversación cultural. Cuántas ventanas en mi mente abría en tan solo media hora con un cafelito delante. Pocos lectores he conocido como mi maldito —en el sentido “paneriano” del adjetivo— periodista tinerfeño.


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