2/11/2013




   He leído Luz de los escombros, del poeta oriolano Manuel García Pérez.

Mi padre pisó la tierra de los heridos.
Masticó tabaco negro y seco como un viejo.
Descifró las escamas de los mabres,
el rompiente de las olas.
Palideció ante la senectud de los olivos.
No rehusó la ofrenda
de la carne del membrillo ni el bálsamo de romero.
Creció con el calostro de los aluviones
por entre las cañas. Sufrió
la enfermedad de los animales arrumbados.
Apartó la mirada a sus nietos por reconocer
la fingida luz de las profundidades.

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