23/12/2013


   Publicar un libro significa higiene, purgación, limpieza, un sueño cumplido para afrontar nuevos retos. A veces abruma ver manuscritos que chillan o se aburren en las carpetas del ordenador. Su conversión en páginas de papel me libera, ayuda a emprender otros desafíos.
   Estoy hastiado de crear archivos con tantos textos vírgenes de imprenta. Si no los detengo, no dejan de crecer o menguar en una transformación continua. Debo sacarlos de su estado virtual. Para bien o para mal, solamente un lector podría acabar con esta mutación insoportable de cuentos y poemas sin dueño. El lector es el último patrón en la singladura de la creación literaria.


Comentarios