25/3/2014


   He releído El almuerzo desnudo de William S. Burroughs.
   La lectura en edad adulta de una obra que está inadecuadamente comercializada hacia un público juvenil ha sido desagradable, pero admirable por dos razones: el estilazo literario de Burroughs (ensombrecido por la aplastante mitomanía de la droga) y el aplauso que se merece el responsable de Olympia Press, la editorial que tuvo las narices de publicar este texto ¡en 1959!
   Ese año, mientras The Platters, Paul Anka y Elvis Presley se forraban ocupando los número uno de las ventas de discos en EEUU, Burroughs nos hacía atravesar el infierno en la tierra en forma de libro.
   Lógicamente, las felicitaciones por ser transgresores popularmente se las llevaron los músicos, no los escritores.


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