No es tan difícil. Para no caer
en la tristeza suelo pensar en mis amigos o familiares muertos, en los sueños
que tenían y que se cortaron de cuajo por un accidente o una enfermedad
fulminante. Dicen que no se puede estar pensando siempre en la muerte. Yo
pienso cada día en ella. Y eso, por ahora, me da la vida.
Comentarios
Publicar un comentario