Siempre he querido que los relatos de Samuel Beckett tuvieran más fluidez, que las atmósferas de las narraciones de Sergio Chejfec fueran más enjundiosas. Esquizorrealismo de Alfonso García-Villalba lo ha conseguido.
Siempre he querido conocer al autor que lograse aunar la tensión de Raymond Carver, el extrañamiento de Mario Bellatin y la cotidianeidad perversa de Julio Cortázar. Alfonso lo ha conseguido.
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