Acabo de leer El señor Brecht de Gonçalo M. Tavares.
A veces el sentido del humor o la pretendida ironía de un autor y un lector chocan de frente y solamente tienen tres o cuatro relatos —no más— en los que comparten alguna sonrisa. Me ha pasado con este libro.
Quizás el humor de Angola no está hecho para mí.
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