14/9/2014


   He leído Los diarios (1957-1989) de Carlos Barral. Es una publicación póstuma, pero tuvo la aprobación del autor en vida.
   Aún así, se nota que no es un diario meditado, de intención literaria. Hay muchísimas anotaciones inconclusas (mezclando el castellano y el catalán entre 1980 a 1982) y listas de tareas cotidianas de editor, marino y político. Lo más destacado de su intimidad recorre esbozos de poemas, bosquejos de argumentos novelísticos, turbaciones tras conversar con Gil de Biedma o Ferrater, reflexiones sobre su vida conyugal con Ivonne Hortet —curiosa la redefinición que hace de las infidelidades bautizándolas como «accidentes eróticos»—, sus preocupaciones por el alcoholismo y su creciente interés por la traducción amateur de clásicos como Jenofonte, Plutarco, Catulo, Quintiliano, Tibulo, etc.




   Era sobre un anuncio que representaba un edificio. En los espacios entre hileras de ventanas se leía: ESPAÑOLES, CONSOLAOS. EN HUNGRÍA TAMBIÉN OCURREN COSAS ASÍ, inscripción que apareció cuidadosamente tachada al otro día.
   Un rebelde escribió encima a los pocos días: MORI EL FEIXISME!, a lo que un servilón contestó: QUE TE MUERAS TÚ. ¡VIVA FRANCO!
   Un resistente tachó vivamente el “¡Viva Franco!”. Por fin un alma conciliadora escribió en grandes caracteres y como allanando diferencias de opinión: CHOCHO-BUENO.

Comentarios