26/11/2015


   He leído Sutura de Ismael Cabezas, crisol de lo mejor de la ya antediluviana poesía de la experiencia, las partículas más sutiles del venecianismo español y lo menos simplón de la nueva poesía social —nada de apunta-carros o iluminado post-15M, ya que Ismael tuvo clara su militancia desde que le salieron los dientes—.
   Eso es Sutura. Y encima escribe poemas de amor como éste:

MUJERES

Me gustan las mujeres que lo saben todo sobre Pizarnik
y toman demasiado valium para dormir
y tienen marcas de cigarrillos en los brazos,
me gustan las mujeres que nombran de forma extravagante
a media docena de gatos que tienen en un piso de cincuenta metros
y se maquillan los ojos como si aún vivieran en los 60,
me gustan las mujeres que tienen la voz ronca
y cantan los miércoles de madrugada en infames garitos
y se saben por siempre condenadas al fracaso,
me gustan las mujeres que trabajan de limpiadoras
en los barrios ricos y repasan con minuciosidad
al regresar a una casa destartalada y casi vacía
los últimos versos que han escrito,
me gustan las mujeres de los relatos de Carver,
por las que los hombres se vuelan la cabeza
o beben demasiada mala ginebra,
me gustan las mujeres que observan
cómo los universitarios de primer curso
escriben poemas que nadie recordará
sobre sucias servilletas de papel,
me gustan las mujeres que abrazan a un ciervo y nunca acabas
de saber si lo están protegiendo o se ocultan ellas
de la inmensa oscuridad del bosque,
me gustan mucho todas esas mujeres,
pero la que más me gusta eres tú,
que uniste tu cabeza a mi pecho
para oír mi corazón
cuando todos creían que había muerto.

   Brindo por uno de mis poetas favoritos vivos de España.


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