2/1/2016


   He leído la plaquette Las hojas rojas de Julio Monteverde.
   Todavía quedan microeditoriales como la cántabra Sol y Sombra que publican a poetas casi furtivamente. Imprimen desde Rennes, lo que nos permite fabular nostálgicamente con los salvoconductos hispano-galos en la clandestinidad franquista.
   Todavía quedan poetas surreales en Madrid que leen a Blanchot o a Louis Aragon. Todavía hay poetas que valoran justamente la palabra “herencia” antes de cerrar la puerta de la casa familiar y cumplir su propia misión.
   Los dos poemas que más me han interesado han sido los titulados ‘Lazos de amistad’ y ‘Los viejos problemas’. Copio el primero. El último lo dejo para que lo investigue y lo encuentre el lector curioso de estas líneas:


LAZOS DE AMISTAD

el tiempo abre los caminos
tiene amplias galerías desiertas como playas
desde las que se divisa el continente
en mis sueños ellos siempre vuelven
una y otra vez condenados por crímenes antiguos
son cadáveres me hablan como si tuviera que salvarles
yo les pongo un cuenco en el suelo
y les dejo acercarse los codos en la mesa
aquella música vuelve a sonar ellos
golpean la ventana con su anillo
qué hice para que regresen en sus caballos
y me persigan por caminos de tierra
los vínculos eran de otro tiempo
estoy formado por su luz
aunque ya no tenga nada que decirles mis manos
van solas hacia ellos quieren volver a tocarlos
les sigo esperando y no quiero que regresen
el choque es demasiado hondo
pero en las calles a veces
les sigo buscando y estoy desnudo
porque el cadáver soy yo


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