6/2/2016


   He leído Este es el momento exacto en que el tiempo empieza a correr de Ana Llurba. Sin duda, hay poemas acabados con frescura e inteligencia —‘Selfie’, ‘Piscinas vacías’ o ‘Una historia personal del miedo’, por ejemplo— y prácticamente no hay ninguno en el que no brille algún verso, pero echo de menos más solidez estética. No puede una resbalar dos o tres veces en un mismo texto y eso ocurre en varios de ellos. Ya no estamos hablando de una joven autora veinteañera, sino de una autora de casi treinta y cinco años, por lo que no puedo ser tan indulgente ni considerar este libro como una proeza, tal y como afirma Mercedes Cebrián en la contraportada.
   Sí, ya sé que, por otro lado, hay decenas de poetas de treinta años que viven mental y culturalmente en el siglo XIX o no pueden sacudirse aún el olor a naftalina de la Generación del 27 o del 50, pero es que para ellos va toda mi indiferencia como lector. Ni me molesto. A autores en la órbita de Ana Llurba los leo —aún quedamos poetas que compramos y leemos a nuestros contemporáneos—, los valoro y me quedo con lo mejor de sus libros: talentos caminando.


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