4/2/2016


   He leído Tambor de arranque de Francisco Bitar. Novela de interior sin llegar al impresionismo abstracto de Marguerite Duras. La cosa después se puede poner demasiado lánguida, gris, hipnótica, beckettiana o —para precisar, contemporaneizar y argentinizar— más chejfeciana, pero como su extensión es breve, no llega el lector al hastío ni a sentir un rechazo a los laberintos y resoluciones por los que caminan sus personajes, una pareja/familia en proceso de descomposición. Además, un arranque narrativo tan brioso como éste no es tan frecuente en la novela corta actual escrita en español:

   Es importante que los primeros años de tu hijo sean años de pobreza familiar, como los primeros años de cualquiera. Con el correr del tiempo, la situación se afianza (o no) pero, sea cual sea el caso, esos primeros años deben ser de austeridad: así la vida empieza desde el principio. Eso era lo que pensaba Leo Ferro y de esa manera intentaba criar a su hija, aunque hubiera en esa manera menos una determinación ética que motivos urgentes, de verdadera necesidad.


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