31/5/2016


   Se puede estar “envenenada” por un autor (en el caso que nos ocupa, el enorme novísimo José María Álvarez) y, sin embargo, construir un discurso sobresaliente, aplicando a esa pócima experiencias e iluminaciones propias. Noelia Illán lleva unas cuantas en la mochila, así que si le sale del monte de Venus —ella lo llama Tierra de Mordor— añadirle más greco-latinidad, ponerle un poco de confesionalidad punk, de ambigüedad sexual y de rock and roll al mundo alvareziano sobre el que se sostiene Verbos por dentelladas, bien hecho está. Se pueden distinguir colores vivos a los pies de un gigante. Yo los veo, desde luego. ¡Dame veneno, que quiero morir, dame veneno!




DESCONCIERTO 


Hombre astuto
que erró mucho tiempo… 

Homero          


Reconozco a veces mi vida en algunos sitios.        
El café, un cigarro, una terraza agradable.        
Las Mezquitas me tuvieron dentro,        
me perdí en las calles del Bazar.         
En Nueva York tengo ropa en la tintorería,        
veo caras conocidas en el barrio de Termini,         
tratos familiares en Alexander Platz.         
A veces, perfecta realidad. Otras, abismo.         
Otras veces, sólo soy real en Cartagena.
Y esa sensación me asfixia.

Comentarios