29/6/2016


   Cómo agradezco a veces el ensayo literario sencillo, caprichoso, aprendido del estilo de Zweig, Emil Ludwig o André Maurois, elaborado desde la sabiduría y la experiencia bien digerida. Leo tanto articulismo y ensayismo rompecabezas, pseudomoderno, sufrido, obsesionado con el calzador formal y comparativo, que de vez en cuando está bien leer apreciaciones de una escritora que, simplemente, va hacer un repaso vivencial y breve de sus “héroes” letrados. Por los capítulos de Homenaje debido desfilan Horacio, Dulcinea, Machado, Maurois, Ajmátova —casi imposible separación de vida y obra—, Edith Stein —la semblanza más sentida—, Lampedusa —la más ficticia, la más arriesgada—, María Zambrano y Séneca.




   Dionisia García conoce bien el arte de subrayar. Destaco, en las últimas páginas, este pensamiento senequista sobre el uso del alcohol como posible forma cotidiana de la felicidad:

   Algunas copas bebidas más allá de lo necesario… se puede llegar a la embriaguez porque desecha los cuidados, renueva el alma hasta la profundidad y cura, entre otras enfermedades, la tristeza… De ningún modo se debe usar demasiado a menudo por temor a contraer un hábito malo, pero se puede de vez en cuando llevar el alma al placer y a la libertad.

   —Palabra de Anneo.
   —Te alabamos, Lucio.

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