15/8/2016


   La editorial Chamán publica Desde el mar a la estepa. Paladear una antología en la que no aparece nadie o casi nadie con el que esté implicado sentimentalmente es bien distinto a hacerlo con una antología en la que he sido seleccionado y en la que hay tantísimos lazos de amistad, complicidad, vivencias y batallas libradas entre aulas, campus, cafeterías, cónclaves o pisos de estudiante. Así me comentó el editor Pedro Gascón que, junto a Ana Toboso, quería concebir este libro: como una antología territorial (provincia de Albacete y región de Murcia) desde la confluencia emocional.
   La puerta de entrada es un prólogo breve de Dionisia García. La maestra no se anda con rodeos: Albacete, Murcia y Cartagena son sus tres pequeñas “patrias”. Era la escritora más adecuada para anunciar el primer paso editorial de Chamán y la que mejor conoce el recorrido inspirador que cruza la llanura albaceteña hasta el puerto cartagenero.




   Es fácil perderse en el anonimato de lo global, por eso creo que este fruto, si viene de una familia con nombres, apellidos y sobre todo títulos, hay que citarlos, aunque sólo me ciña a la familia en su concepto nuclear, sin incluir primos o sobrinos que la engrandecen y mejoran. Las principales agitadoras fueron y son, obviamente, las revistas. No hay ni un solo autor de esta antología que no haya colaborado en alguna de ellas directa o indirectamente. Dentro de este sureste y desde él se han fraguado fanzines y revistas literarias como ThaderBarcarolaEl coloquio de los perrosAmalgamaLa galeraHacheCarpe diemLa casa subterráneaIsla desnuda y La galla ciencia, aplaudidas desde el Aula de Poesía de la UMU —coordinada por Isabelle García Molina— y desde el Festival Fractal de Albacete, entre otras plataformas con más o menos repercusión y longevidad: programas de radio, editoriales, encuentros institucionales o espontáneos, asociaciones... Por cierto, Fractal acaba de morir hace unos días, pero no pensamos soltar ni una lágrima, no le daremos ese gusto al poder anti-cultural. Seguiremos organizándonos de una manera u otra. Sabemos que hay una máquina en la poesía que ni el más sanguinario de los tiranos podría parar.
   Nada más abrir Desde el mar a la estepa, la vanidad me hizo buscar las páginas donde aparezco. «Qué absurdo», pensé, «si ya conoces de memoria lo que va a salir de ti». Sentí, no obstante, ese orgullo silencioso de leer un poema propio que anunciaba una elección ética que, por ahora, no ha mermado. Ese texto se titula, precisamente, ‘La literatura’:


LA LITERATURA

Somos las flores en la papelera. Somos el futuro. Tu futuro.

Sex Pistols

Primero fueron esos profesores
tomando por testigo a Juan Ramón.
Nos dijeron: «La rosa
no puede vivir en ningún papel».
Luego apareció el crítico, ordenando:
«¡Analizad la rosa!».
Por último, llegó Malcolm McLaren
y gritó a sus soldados:
«¡Arranquemos las rosas!
¡Matad al jardinero!»
Lo dejaron claro y me fui con ellos.


   Tras leer el libro entero, emito algún quejido y lamento alguna ausencia. Lógico. No existe antología que no la tenga. Me quedo con el reencuentro con algunos poemazos de viejos amigos y la revelación de otros que desconocía, sobre todo por la parte esteparia, que es la que menos he tratado.
   Me encantaría hacerlo, pero no procede poner ejemplos de algunas filigranas rescatadas o descubiertas. Quien esté interesado, que compre y lea. Alimento espiritual de este tipo cuesta muy pocos euros, aunque nos quieran convencer de lo contrario.

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