19/8/2016


   He leído Perder ciudades de Hilario J. Rodríguez.
   Con algún excurso a Irlanda, a Noruega y a la Guerra Civil española —tema que podríamos considerar ya un país—, un adulto, enfermo de mitomanía literaria, decide emprender un viaje acompañado de su descreída y anciana madre por Rusia, con la inevitable plaga de anécdotas tragicómicas que brotan entre las alcobas, las cocinas, los escritorios y las obras de Chéjov, Diego Rivera, Tólstoi, Berdiaev, Kapuściński, Andréi Biely, Lérmontov, Dostoievski, Nabokov, Pushkin... El otro viaje a Gambia y Senegal, aunque se produce en un contexto humano, político y ficticio muy distinto al de tierras eslavas, se narra con el mismo registro. Hilario J. Rodríguez sale más que airoso en el relato de ambas experiencias.




   Me parece un acierto esa línea de libros breves a caballo entre el diario antiheroico, las memorias de viaje y el anecdotario agridulce —por momentos dramático— con la que está levantando el vuelo la editorial Newcastle. Larga vida.

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