17/8/2016


   Rubén Castillo es un narrador macizo con una trayectoria de lo más coherente. Hasta donde yo sé, no se le conocía ninguna publicación poética anterior. Según él, tampoco la conoceremos posterior. Le pregunté al mismo Rubén por este cambio de género y me contestó que no tenía ninguna intención de continuar el camino del verso, que Por un país desconocido sería considerada, con el paso del tiempo, una rareza genérica en su recorrido literario.




   De cualquier manera, una gratísima noticia es este “capricho” poético. Eso sí, como no me precio de traidor, debo avisar a lectores incautos que quieran probarlo pensando que van a encontrarse un libro colorido y saltarín: tengan cuidado, se trata de un espejo peligroso, con el vampiro de Cernuda erizándote el alma y empapándola después de un pegamento llamado infinita tristeza. Aquí la cosa va muy en serio. En suelo, paredes y techo de esta casa no hay ni una grieta de júbilo.

24

Nadie puede comprender.
Nadie puede comprendernos.
Nos morimos
con ese dolor.

   El autor comentó en el MUBAM (Museo de Bellas Artes de Murcia), durante la presentación del libro, que hace dos años él había muerto y su gente, incluida la más próxima, no se había enterado, que ese era el origen de la escritura de Por un país desconocido. Y eso es lo que parece: poemas escritos desde la muerte.

23

Ser el hombre más dulce y más atento,
besar a tu esposa con los ojos cerrados,
acariciar el pelo de tus hijos,
sonreír en el trabajo, ser amable
con la cajera del supermercado,
disculpar benevolente las flaquezas
de quienes te circundan, preguntarte
—por la noche—
de dónde has sacado fuerzas para acometer
tanta superchería.

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