3/9/2016


   Ya he acabado de leer El espacio interior. Manuel Altolaguirre 1905-1959.
   El Centro Andaluz de las Letras tendrá voces críticas entre los escritores y lectores autóctonos, sí, pero los que vivimos fuera de Andalucía, en regiones en las que los poetas no producimos ya ni siquiera compasión, contemplamos con envidia su funcionamiento institucional, cómo fluye su programación provincial por centros culturales públicos y cómo, sin entrar en detalles, cuida el género poético, hecho más meritorio aún en tiempos de crisis.
   Si subrayo esto ahora, en crisis —que no ha acabado ni de broma, por mucho que se empeñe la propaganda económico-política—, imaginémonos lo que podía hacer el CAL en plena época de bonanza.


   En 2005, por el centenario del nacimiento del poeta, impresor, dramaturgo y cineasta —que no se olvide esta última faceta— malagueño, la Junta de Andalucía ofreció una exposición itinerante con el título homónimo de la obra de teatro que Altolaguirre dejó inacabada en 1958. James Valender la comisarió y editó entonces un libro-catálogo grueso y exquisito que se aprecia como un documental en papel de factura impecable. Si algún “altolaguirreano” estuviese interesado, se puede comprar por internet.
   La mala fortuna quiso que un accidente de coche en Burgos le arrancara de nuestro mundo a él y a la cubana Mª Luisa Gómez Mena, su segunda esposa, que tan importante fue para su producción literaria a partir del exilio.
   Copio un poema suyo. Adecuándome al título, maldigo el golpe de estado y la guerra civil que convirtieron en leyenda a su irrepetible generación.


MALDAD

El silencio eres tú.
Pleno como lo oscuro,
incalculable
como una gran llanura
desierta, desolada,
sin palmeras de música,
sin flores, sin palabras.
Para mi oído atento
eres noche profunda
sin auroras posibles.
No oiré la luz del día,
porque tu orgullo terco,
rubio y alto, lo impide.
El silencio eres tú:
cuerpo de piedra.

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