14/6/2017


   Desde la barrera siempre he guardado admiración por los windsurfistas.
   Tuve la experiencia de dar clases en el centro de educación secundaria más excéntrico de toda Cartagena: el instituto Las Salinas del Mar Menor. Allí era abundante el número de bachilleres que dedicaban su tiempo libre al monopatín (el oleaje del asfalto) y a la tabla de windsurf. Así, no era raro encontrarles consultando en su móvil el viento de Hawaii o que te dijeran que su lugar de viaje favorito era Mundaka, la costa australiana o Tarifa.
   Por una cuestión puramente de coeficiente intelectual o de habilidades mentales, también he admirado a los ingenieros. Los listos de la clase, al menos en los años 90, estudiaban Ingeniería.
   Bueno, pues creo que se cierra un círculo de reflexiones y admiraciones íntimas con Home de Lujo Berner, ya que mi pasión siempre fue la poesía y Lujo reúne esas tres cosas: poesía, surf e ingeniería.
   Porque qué duda cabe de que la poesía es matemática del lenguaje y que el windsurf, que se respira por los cuatro costados en este libro, es la poesía que ensambla el viento y el mar con el hombre, juego puro, el alma contrayéndose y estirándose con elegancia para cuadrar equilibrios en el caos de la naturaleza, Pitágoras revolcándose con la esposa de Neptuno mientras el dios se emborracha con los amigotes.




   En Los años salvajes, las memorias de William Finnegan, se define el surf como un escondite feliz, pero también como un entorno hostil, un mundo indiferente y siempre dinámico.
   Lujo ha entendido a la perfección esa esencia y ha tomado buena nota del autor que ganó el Pulitzer, añadiendo a esa receta algunas salsas de cosecha propia: el espíritu de la Generación Beat, el experiencialismo estético, su clarísima anglofilia y su poquito también de francofilia a través de sus querencias musicales. Hay, de hecho, una lista de canciones que se ofrecen al lector para que disponga de ella como la banda sonora de una composición verbal. Hay toda una geopolítica del verso que serpentea desde Galicia al Pacífico en dos estrofas, que se desliza de maravilla por los más dispares topónimos y va inventando planetas durante este viaje a ninguna parte. Con todos estos ingredientes, Berner ha fijado su residencia definitiva en una casa infinita y ha parido Home, publicado precisamente por una editorial de nomenclatura climática y cercana: Boria, un catalanismo heredado y perpetuado en la jerga costera de este sur mediterráneo.

y es que una ola
para los que no lo sepáis
es como juntar un crucifijo y un orgasmo
todos los dioses del mundo y un manual de ebanistería 

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