8/7/2017


   Creo que a estas alturas nadie puede discutir el lugar privilegiado —ganado a pulso— que ocupa La galla ciencia en el campo de las revistas de poesía del mundo hispanohablante.
   Cuando terminé de leer el número seis, me dije y les dije —tuve oportunidad de decírselo en persona a Joaquín Baños y a Noelia Illán, dos de los miembros de la cúpula “gallera”— que me parece la mejor selección de todas las que he leído, que se nota lo cómodos que se encuentran como revisteros en el terreno de la “minoría virgiliana” y que veo un acierto que esta entrega tenga un número de páginas medio, no tan extenso como viene siendo habitual. No porque uno esté en contra de volúmenes con selecciones amplias, no, sino porque cuando una revista reduce su selección, se hace más complicada la defensa de la calidad que se va a exhibir. Y en eso, precisamente, es donde veo el gran acierto de este número por encima de otros. He quedado encantado con poemas de tonalidades tan diferentes como ‘Contra natura’ de Alberto Tesán, ‘Milf’ de Pablo García Casado o ‘Debo felicitarme’ de Víctor Botas.




   Y copiaré el que más me ha removido de todos los seleccionados, el poema de Ramón Bascuñana:


PARADISE NOW

Is there no change of death in Paradise?

Wallace Steven

y me viene la idea de una hermosa muerte con las armas

Virgilio

No es inaceptable la idea del suicidio
cuando, después de haber intentado sin éxito
transformar el infierno de una vida mediocre
en leve paraíso de versos y poemas,
el tiempo nos alcanza y corre a nuestro lado
como si compitiera por ver cuál de los dos
ha de cruzar primero la cinta de la meta.
En líneas generales la vida es aburrida
si no buscas excusas para seguir viviendo.
Viajar es una excusa como otra cualquiera.
Huir para encontrarnos y volver con nostalgia
del que ya no seremos. Durante algunos días
las retinas retienen el placer del paisaje
y en las fotografías queda fosilizada
la imagen del fracaso. Existen más excusas
para seguir viviendo. Rodearnos de belleza,
de música sublime, de arte y de poesía,
de hijos, hipotecas, ex amantes y drogas,
de altos ideales, querer salvar el mundo,
amar y ser amado, poner nuestra esperanza
en dios y en sus promesas. Nos sirve cualquier cosa:
sobre todo, el ritual de la carne. El sexo
es la excusa perfecta, nunca hay suficiente,
incluso cuando el cuerpo comienza a derrumbarse
y la vejez impone, tiránica, sus leyes.
Yo que busqué refugio en brazos del poema
durante tanto tiempo, hace tiempo que sé
que me aferro al cadáver de mi propio deseo,
que el poema es la excusa para seguir viviendo
y cada verso escrito anuncia mi derrota.
Tal vez por eso piense que no hay más paraíso
que el presente y la muerte y sueñe con la idea
que abre este poema, con una hermosa muerte
en el último verso del último poema.

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