30/12/2017


   Sigo celebrando esta febril —en sentido estricto— Navidad con Crítica de la razón dialéctica, traducida por Manuel Lamana. Más Sartre, droga dura para un lector frívolo del siglo XXI como el firmante. Aquí rescato algunos párrafos breves que me han interesado de esta prosa sartreana apretadísima en dos volúmenes:




   Pero hay otro existencialismo, que se ha desarrollado al margen del marxismo y no contra él. Así es el nuestro.


[…]


   A partir del día en que la investigación marxista tome la dimensión humana (es decir, el proyecto existencial) como el fundamento del Saber antropológico, el existencialismo no tendrá ya ninguna razón de existir.


[…]


   Si algo como una razón dialéctica existe, se describe y se funda en y por la praxis humana a hombres situados en una cierta sociedad, a un cierto momento de su desarrollo.


[…]


   Nada, en efecto —ni las grandes bestias, ni los microbios—, puede ser más terrible para el hombre que una especie inteligente, carnicera, cruel, que sea capaz de comprender y de desmontar la inteligencia humana y cuyo fin es precisamente la destrucción del hombre. Esta especie es evidentemente la nuestra, tal como lo aprehende todo hombre entre los otros hombres en el medio de la escasez.


[…]


   El Terror es la violencia de la libertad común contra la necesidad en tanto que ésta no existe más que por la alienación de alguna libertad.


[…]


   No existe una praxis ontológicamente común: existen individuos prácticos que construyen su multiplicación como un objeto a partir del cual cada uno cumplirá su tarea en la libre heterogeneidad consentida (y jurada) de la función común.


[…]




   Si se concede a Marx y a Engels la lucha de clases —es decir, la negación de las unas por las otras; en otras palabras, la negación sin más— tienen bastante para comprender la Historia. Pero aún es preciso encontrar la negación en el punto de partida.


[…]


   La enajenación fundamental viene de la relación unívoca de interioridad que une al hombre como organismo práctico con su medio.


[…]



   Desde nuestro punto de vista, la imposibilidad para el proletariado de ejercer una dictadura está formalmente demostrada por la imposibilidad de que el grupo, bajo cualquier forma, se constituya en un hiperorganismo.

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