8/1/2017




   La inmensa minoría de Miguel Ángel Ortiz. El fútbol de extrarradio barcelonés como pretexto para, sin necesidad de vaselina, introducir todos los elementos temáticos expuestos en esta novela que he ido valorando en progresión positiva —reconozco haberme saltado a veces las dos o tres páginas que describían un partido, porque el fútbol como deporte me interesa poco o nada— conforme avanzaba en el tramo de sus 430 páginas: la montaña rusa emocional de la adolescencia y su descontrol, todo eso que gira en la vida del protagonista Retaco, su hermana, su novia —muy buen conocimiento de los movimientos de un corazón actual que cursa en la Enseñanza Secundaria— y sus satélites masculinos de cuadrilla de barrio —el gitano Chusmari, el Pista y el Peludo— con el suculento aderezo de las drogas, el alcohol, la música —con banda sonora de Extremoduro, quizá ahora sería de Kinder Malo o Pxxr Gvng—, las tormentosas relaciones familiares post-divorcio y un horizonte laboral de mierda.
   El mal es un jardín del que seguirán creciendo flores, no sólo veneno.

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