7/1/2018


   Made in: La Bestia de Saúl Lozano Belando.
   Si destapamos este cubo mágico fabricado y profanado por una industria poética bestial, podemos asomar la cabeza, mirar y sacar mucho rock and roll encarnado en torbellinos verbales de melancolía heroica, fantasías narrativas con devoción por el disfraz. Y podemos tirarle un cubazo a la cabeza del utopismo, porque esta frescura que arde es una lucha por el derecho a divertirse salpicando en charcos de caca, un ataque frontal a la cíclica ingenuidad política, un cóctel de película de terror con morbosidad erótica.
   ¿Su banda sonora? El reverso del bel canto, el pedo de un mesías, Saúl Lozano Belando, feriante guapo de callejones sin salida, alucinado por la gracia de Manuel Vilas, el sarcasmo de Albert Pla y bendecido, cómo no, por el padre Bukowski con ráfagas de apatía y desafío a partes iguales.
   Aquí las imágenes líricas están lejos de las gacelas lorquianas, más bien se parecen a iguanas en tejanos y hasta arriba de maría recorriendo sus arrugas musculosas por el escenario y enseñando medio culo antes de elevar un estribillo y escupirle al mundo: “Yo hablo español”.




sólo soy un pobre genio
me masturbo con potencia
y entiendo incluso a los chinos de las tiendas,
los miro luminoso
y ellos me dicen FRIEGAPLATOS
con los ojos milenarios
tirando mis cigarrillos al mostrador
como el planeta nos tira los días
encima

(a mis padres)
ay si comprendierais que en España
vuestro hijo es el mejor poeta,
si comprendierais mi antigüedad aquí
anterior a la cucaracha, al seno,
o a la navidad

y en los parques los niños juegan a los superhéroes
y pelean por coger ni nombre
FRIEGAPLATOS

o en las calles me aclaman
gritando:

—¡FRIEGAPLATOS, FRIEGAPLATOS!

y me suben a hombros
por encima de los olmos y las secuoyas,
incluso,
o me tiran a los perros
sucísimos
que muerden sin saber quién soy
porque los perros han mordido a todos los hombres
alguna vez
y no van a estar preguntando todo el tiempo,
¿no?

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