14/12/2017


   Hoy he releído Romeo y Julieta. Me encanta esta tirante conversación del Acto III, en la que a Julieta le sale el genio con su madre, y sobre todo con el ama, por una razón primitiva, un encoñamiento máximo:




JULIETA: ¿Y no hay justicia en el cielo que esté enterada de todo el abismo de mis males? No me dejes, madre. Retarda un mes, una semana, el enlace, o si no mi lecho nupcial será la tumba de Teobaldo.

SEÑORA DE CAPULETO: No me pidas nada, porque no he de contestarte. Decídete como quieras. (Se va).

JULIETA: ¡Por Dios! Ama mía, ¿qué debo hacer? Mi esposo está en la Tierra, mi fe en el cielo. ¿Y de qué manera ha de volver a la tierra mi fe, si mi esposo no la envía desde el cielo? Aconséjame, consuélame. ¡Infeliz de mí! ¿Por qué el cielo ha de emplear todos sus recursos contra un ser tan débil como yo? ¿Qué me dices? ¿Ni una palabra que me consuele?

AMA: Solamente te diré que Romeo está exiliado, y puede apostarse doble contra sencillo a que no volverá a verte, o regresa secretamente, en caso de retornar. Lo mejor sería, según mi opinión, que te casaras con el conde, que es mucho más gentil y sensato caballero que Romeo. Ni un águila tiene tan verdes y vivaces ojos como Paris. Este segundo esposo te conviene más que el primero. Además, al primero puedes darlo por muerto. Para ti como si lo estuviera.

JULIETA: ¿Estás hablando con el alma?

AMA: Con el alma, o maldita sea yo.

JULIETA: Así sea.

AMA: ¿Por qué?

JULIETA: Por nada. Buen confortamiento me has dado. Vete, di a mi madre que he salido. Voy a confesarme con Fray Lorenzo, por el enfado que he provocado a mi padre.

AMA: Obras con inteligencia. (Se va).

JULIETA: ¡Malvada vieja! ¡Aborto de los infiernos! ¿Cuál es mayor pecado en ti: querer hacerme infiel o ultrajar con tu lengua a quien tantas veces pusiste por las nubes? Maldita sea yo si vuelvo a pedirte un consejo. Sólo mi confesor me consolará, o me dará fuerzas para morir.

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