6/10/2012


   He leído Hubo un animal arco-iris que despedía un aliento multicolor de Fernando Arrabal. Copio un fragmento que me ha interesado:

         Los clásicos nunca se refirieron a animales masturbadores, y desde luego nunca los erigieron en modelos de depravación. En aquella época se pretendía que el mono “por exceso de sabiduría” se privara del uso de la palabra. Para decir la verdad, a veces un ser vivo incapaz de hablar es el compañero ideal de los espíritus más esclarecidos. Houellebecq, que ha bautizado a su perro Clemente, el bien nombrado, me anunció un día: «Mi corgi va a cambiar el mundo». Schopenhauer esperaba seguramente el mismo triunfo de su caniche.


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