Arde Cuba de Agustín Ferrer Casas.
Argumento:
Errol Flynn y un experimentado fotógrafo que, engañado por el temerario actor
hollywoodiense, cree que va a tomar planos de su próxima película, navegan
hasta Cuba con el objetivo de entrevistar al joven líder del Ejército
Guerrillero, Fidel Castro, durante las semanas previas a la revolución.
Promete, ¿verdad?
No ha
resultado ni una novela documentalista ni tampoco excesivamente fantástica. Y
eso me agrada. Además, Agustín Ferrer conjuga notablemente la fusión de la trama
principal con las secundarias y reparte bien las dosis de fisgoneo mafioso,
romanticismo bélico, putrefacción política —incluyendo las chispas sangrientas que
saltan entre el anarquismo y el comunismo de unos y otros guerrilleros—, acción
caballeresca, escasez de escrúpulos, supervivencia e intrepidez a borbotones.
A pesar de
todo lo escrito hasta hoy, a nivel creativo, de los muchos escenarios jugosos
que se dieron cita en el siglo XX, la combinación de lo que se cocía en Sierra
Maestra con el cuadro de los últimos meses del régimen de Batista sigue siendo boccato di cardinale histórico para
lectores iniciados, medios o especialistas.
Y todos
sabemos que nunca dejará de interesarnos el Caribe.
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