Hierofanías de Alfredo Rodríguez.
Qué distinto será abordar este libro
siendo un lector familiarizado con la mística oriental que siendo un lector con
un desconocimiento casi absoluto en materia de Tao, yoga, India, tantos símbolos
y elementos de ese mundo espiritual que Alfredo Rodríguez ha abrazado, ha
asimilado, ha puesto en práctica, y con los que ha construido y bañado en oro
este homenaje sagrado a la Poesía.
Justo en una obra anterior, Alquimia ha de ser, nos adelantó su
interés por las energías mágicas de la unidad de contrarios que subyace en toda
existencia, pero creo que con Hierofanías
Alfredo ha bebido ya «la perla disuelta en el vino».
Si alguna vez me decidiera a entrar en
meditación, antes de iniciar el necesario silencio, grabaría con mi voz,
memorizaría y repetiría mentalmente esta “oración” para hacerla mía:
XXXIX
En esta semilla cerrada todas
las cosas que pierden su forma y su
significado,
un mundo nuevo donde
no quedase ya nada del antiguo,
donde hasta la misma muerte no es nada.
Aquí la perennidad de la vida
regressus ad uterum,
cuerpo vivo que une por todos sus niveles
lo que es mío y lo que ha quedado conmigo.
Aquí el hombre extraído de la vida
entre la luz gloriosa de Savitri
restablece un estado anterior de la mente
por encima del mundo hasta las tierras puras.
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