19/9/2018


   Ventana de emergencias. Ángel Manuel Gómez Espada, haciendo honor a su segundo apellido, no puede reprimir las ganas de dar estopa a todo lo que huela a trampa e interés, que es lo mismo que decir, dejando a un lado los recién nacidos y poniéndonos generosos, al 90% de la humanidad. El otro 10% está anidado por el surrealismo, que en la última parte de Ventana de emergencias se presenta como un equipo de supervivencia. Proyección tras proyección, Buñuel se vaporiza en una máscara de oxígeno.

También es una forma de amor el surrealismo.
También amar es una forma de surrealismo.


   La conciencia crítica tiene niveles. Un lugar privilegiado en este tiroteo en verso lo tienen cargos presidenciales en centros de poder, altos empresarios, banqueros y políticos. La pirámide va bajando y atraviesa a reyes, periodistas, funcionarios... ¡hasta poetas y cajeras de supermercado!
   Pero, ojo, no nos equivoquemos, este autor no se va a escudar tras la consigna de ningún colectivo, ni bajo las siglas de partido político alguno. Precisamente ha descubierto esta salida desesperada, la poesía, su poesía, para llegar a ella cuanto antes, dando codazos, si es necesario, a quien se interponga en medio de la estampida, y apostar a que «la vida es Luciano cantando Nessun Dorma / y no lo que asoma por los telediarios. / Es tu pure, o Principessa, nella tua freda stanza, / y no caídas en las bolsas europeas, / cadáveres en Siria o Palestina, / matanzas en Boston o en Connecticut. / La vida es tu mano mostrándome el futuro, / semilla y certidumbre».
   Así que, ya saben. Estos poemas están curtidos en un gimnasio espartano. Quien quiera aspirar el perfume de la rosa, que se prepare para recorrer un campo de alambres con cuchillas.

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