Cielo nocturno con heridas de fuego de Ocean Vuong, traducido por Elisa Díaz Castelo.
Nuevo
diamante que brota de una vida descuartizada. La vida que se rescata a orillas
de la muerte en el río Mekong, pero que también es vida robada o vida que huye de
un padre, del horror de la guerra, de la vigilancia y el castigo por nacer varón
anfibio, vida que regará siempre —condena incurable— su jardín neoyorquino con
sangre amarilla. Poesía desprendida, imperiosa, leal, poesía perseguida por las
balas.
Không có gì băng co’m vó’i cá. / Không có gì băng má vó’i con.
Proverbio vietnamita
¿Acaso no lo sabes? El amor de una madre
ignora el orgullo
como el fuego
ignora los gritos
de los que incendia.
Hijo mío
incluso mañana
tendrás el día de hoy. ¿Acaso no lo sabes?
Hay hombres que tocan pechos
como tocarían
cráneos.
Hombres
que cargan sueños
y atraviesan montañas,
con los muertos
sobre la espalda.
Pero sólo una madre puede andar
con el peso
de otro corazón latiendo.
Niño tonto.
Puedes perderte
en cada libro
pero no te olvidarás de ti mismo
como dios olvida
sus manos.
Cuando te pregunten
de dónde eres,
diles que tu nombre
fue arrancado de
la boca sin dientes
de una mujer de guerra.
Que no naciste
sino que
te arrastraste, de cabeza
hacia el hambre de los perros. Hijo mío, diles
el cuerpo es una daga que se afila
cortando.
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