23/12/2018


   Atópica de Álvaro Giménez García.
   Cójanse, por ejemplo, un par de patrones en ruinas como la virilidad y la feminidad, la mitología derrumbada del carpe diem, un asunto inabordable por desgaste de siglos como el furor amoris, la magia obsoleta del beatus ille, la inutilidad del locus amoenus, la leyenda retorcida del vita somnium, la obviedad del tempus fugit y la constatación imperecedera del vanitas vanitatum. Agítese todo ello con una doblez precisa y una guasa de lo más saludable. Et voilà! El tópico hecho humo.




DIAGNÓSTICO PRECISO DEL ALMA MASCULINA

Hoy me has presentado a tus amigos
y, entre risas, he visto el alma de cada uno.
Julián, —mi amigo de infancia, me has dicho—
me ha ofrecido una amplia sonrisa,
tan grande como sus ansias de comerme
el escote.
Andrés, —el intelectual, decías con sorna—
enrocado en sus reflexiones sobre la vida y la muerte,
no dejaba de emitir miradas a mi espalda
con las que ha aprehendido
cada centímetro de mi culo.
El mejor, sin embargo, ha sido Pedro —Pedrito para ti—.
Pedrito no me ha dicho apenas nada,
(un tenue hola, ¿qué tal?).
Como un médico,
me ha escaneado desde el pecho
hasta los muslos,
hostigando concienzudamente
el centro de mis nalgas
y el epicentro de mis piernas.
Como un relamido latin lover
me ha susurrado algunas cosas al oído
cuando tú no estabas.
Yo,
sin entenderlas,
igual que una niña tonta de las discotecas de fin de semana,
le he sonreído y él
no ha dudado en hacerse el encontradizo
y en rozar su cuerpo con el mío,
con cara de hacerme un favor.
Seguro que tú lo has visto.
Seguro que tú lo esperabas.
Seguro que estás orgulloso de que tus amigos
celebren como machos
la presa femenina que has escogido...
Llega la hora de la despedida, el a ver si nos vemos,
los besos de azafata recatada y cumplida.
Me coges del brazo y salimos lentamente del bar.
Para no defraudarte, y
   a sabiendas de que nos miran, de que me miran,
                meto tu mano en mi pantalón
                            y la engancho
                                  al fino
                                  borde
                                     de
                                     mi
                                    tanga.

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