Los eróticos y otros poemas de Efraín Huerta.
Otra guinda del pastel que es la poesía
mexicana entre los años cuarenta y setenta del siglo XX.
Ultramarinos, que cuida sus contenidos
con un primor y un rigor plausibles, adjunta a la edición de Los eróticos y otros poemas un apéndice
titulado “Contextos” en el que, como su nombre indica, se contextualiza la obra
de Huerta y ayuda sobremanera a entender o, mejor dicho, a asimilar su cocodrilismo
y su nalgaísmo. Con el ‘Manifiesto nalgaísta’, en concreto, me he carcajeado,
cosa que no me ocurría desde hace años, más aún cuando la palabra “manifiesto”
en literatura siempre ha dado bastante yuyu. Por otro lado, debo destacar que el
lector español se emociona al ver rescatado el artículo ‘Los españoles que
viví’, donde repasa con inteligencia y ternura su amistad con las mentes republicanas
más brillantes del exilio español en México.
El guanajuatense capta el caos
frenético con el que habita el hombre moderno, enramando admirablemente
refinamiento y salvajismo, cultivando una osadía lingüística fecunda,
voluptuosa, delirante, jubilosa, mundana.
Fue bastante criticado por incluir sus
“poemínimos” entre obras que se esperaban más solemnes, o por apoyar
políticamente ciertas causas —revolución cubana, sandinismo nicaragüense,
Vietnam—, pero creo que Huerta tuvo claro que moriría blasfemando sobre lo que
le viniese en gana.
No copiaré ningún fragmento de sus
poemas más largos —entre mis favoritos está el húmedo ‘Juárez-Loreto’—, sino un
par de “poemínimos” que me han llamado la atención:
DESCONCIERTO
A mis
Viejos
Maestros
De marxismo
No los puedo
Entender:
Unos están
En la cárcel
Otros están
En el
Poder
MANDAMIENTO EQUIS
No
Desearás
La
Poesía
De
Tu
Prójimo
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