A pesar de que ya cargo en mi alma cuarenta y tres años,
sigo estando alerta ante la química de la noche. El poeta Jim Carroll sabía algo
de eso. Recuerdo su poema ‘Little N.Y. Ode’:
Duermo en un tejado
alquitranado
grito mis canciones
a una perezosa plétora de estrellas.
Un polvo blanco se abre camino a través de sangre y corazón
y...
El sonido vuelve a mí
puro y natural.
Esta ciudad está de mi lado.
grito mis canciones
a una perezosa plétora de estrellas.
Un polvo blanco se abre camino a través de sangre y corazón
y...
El sonido vuelve a mí
puro y natural.
Esta ciudad está de mi lado.
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