El tiempo
coloca a los clásicos en su sitio, pero es la más caprichosa de las sustancias
y el tiempo tiene también la capacidad de deteriorar la firmeza de esos
clásicos. Algo así me pasa con El profeta
de Khalil Gibran. Se me caen muchos de sus fragmentos porque yo soy otro
lector, otro hombre, yo me deterioro igualmente con los libros y mis firmezas y
sensibilidad para impresionarme se transforman.
Eso sí, en esa
transformación emergen por sorpresa otros martillazos que me habían pasado
desapercibidos en mi lectura de juventud. Copio algunos:
Porque permanecer, aunque las horas
ardan en la noche, es congelarse y cristalizarse, y quedar atrapado en un
molde.
*
Cuando el amor os haga señas, seguidlo;
aunque sus caminos son duros y escarpados; y cuando os envuelva en sus alas,
doblegaos a él, aunque la espada escondida entre sus plumas pueda heriros; y
cuando os hable, creed en él, aunque su voz puede despedazar vuestros sueños
como el viento del norte convierte al jardín en hojarasca.
Porque así como el amor os ciñe una
corona, así también os clavará en la cruz.
*
Hasta las cuerdas del laúd están solas,
aunque vibren con la misma música.
*
Dios descansa en la razón.
Traducción: Jorge Sarhan
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