8/9/2019


   El tiempo coloca a los clásicos en su sitio, pero es la más caprichosa de las sustancias y el tiempo tiene también la capacidad de deteriorar la firmeza de esos clásicos. Algo así me pasa con El profeta de Khalil Gibran. Se me caen muchos de sus fragmentos porque yo soy otro lector, otro hombre, yo me deterioro igualmente con los libros y mis firmezas y sensibilidad para impresionarme se transforman.




   Eso sí, en esa transformación emergen por sorpresa otros martillazos que me habían pasado desapercibidos en mi lectura de juventud. Copio algunos:

   Porque permanecer, aunque las horas ardan en la noche, es congelarse y cristalizarse, y quedar atrapado en un molde.

*

   Cuando el amor os haga señas, seguidlo; aunque sus caminos son duros y escarpados; y cuando os envuelva en sus alas, doblegaos a él, aunque la espada escondida entre sus plumas pueda heriros; y cuando os hable, creed en él, aunque su voz puede despedazar vuestros sueños como el viento del norte convierte al jardín en hojarasca.
   Porque así como el amor os ciñe una corona, así también os clavará en la cruz.

*

   Hasta las cuerdas del laúd están solas, aunque vibren con la misma música.

*

   Dios descansa en la razón.




Traducción: Jorge Sarhan

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