11/9/2019


   Dorados días de sol y noche de Luis Antonio de Villena.

   El vuelo de retorno, sobre todo en el tramo Toronto-Ámsterdam, fue muy movido. Pensaba yo entonces en la imagen de un chico bellísimo —Óscar— que había conocido antes apenas de abandonar Madrid. Su cuerpo y su belleza me esperaban, aún no me había acostado con él (creo), me fascinaba y me ayudaba su imagen radiante y —lo que es más bello— como sin darse cuenta. ¿Qué temería? Sí, Óscar era el ángel prodigioso que esperaba, el multiplicado milagro (uno universal) que no he dejado de ansiar y coleccionar en toda mi vida, que sigo buscando y coleccionando todavía, añadiré que por fortuna...



Comentarios