La rebeldía de María Antonia Ortega.
Sólo por incluir este verso anagramático glorioso (Adán y Eva: Nada y Ave) me interesa la
poesía de Ortega.
Creo que llego con retraso a su obra, aunque más vale tarde
que nunca. No conocía a esta autora, pero veo que me había perdido a una
escritora cuya trayectoria se ha instalado ya claramente en la provechosa madurez.
Lo digo por la sencillez maestra y alegórica con la que el libro conversa con
la Filosofía, le pregunta a la Vida, a la Soledad, a la Naturaleza, cabreada
con la Sociedad. Todas tienen nombre propio y, por tanto, mayúscula obligatoria
y deliberada.
La otra orilla está en
sombra,
y es oscura
como la calle de una
ciudad pequeña
del Sur, hacia donde
dan
bazares, recreativos
kebabs, peluquerías,
tiendas de
alimentación,
barberías para
inmigrantes y desplazados.
Y están sentados a la
puerta
y son bellos.
¿Por qué inactivos?
¿La pobreza,
si modestia,
la marginalidad,
será también distinción,
aristocracia?
Sabios,
amables y muy buenos
conversadores.
Y sus ropas muy
vistosas,
a veces de blanco
espectral.
Y miran:
—Miraron mucho,
se dirá de ellos
el día que se les
recuerde con gran júbilo.
Pero a ellos nadie ve,
como los jóvenes a los
viejos,
o por lo menos tal
como son.
El anonimato adelanta
incluso muchas veces
a la clandestinidad,
y llena las calles de
flores
como en el Corpus
Christi
de nuestra infancia.
¿Serán nuestros
testigos?
¿Estarán también entre
ellos
los escritores?
¿Serán citados para
desvelar
el último día
la historia real
de la humanidad?
Y sin embargo
tendrán la clemencia
de los que han sufrido
mucho
en su espíritu:
“y la desdicha suprema
ha tocado la parte más
pura
de su alma”,
como dijo Simone Weil.
Su humildad
parece la visión
de la desnudez más
turbadora,
y desarmará
a los corazones
soberbios:
“Ve, pues, sin otro
adorno,
perfume, perlas,
diamante,
que tu delgada desnudez,
¡oh, belleza mía!”,
pidió Baudelaire.
Y la venganza será,
como siempre ha sido,
innecesaria en su
esencia.
No conozco ninguna útil,
y que no fuese cruel.
Pues no habrá vez que
la venganza
no sea estéril,
como los padres
que matan a sus hijos.
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