18/12/2019


   Nuestra poesía en el tiempo de Antonio Colinas. Una antología que lo tiene todo ganado de antemano por tratarse de un antiguo tesoro conocido, pero si es la mirada de Antonio Colinas quien la avala, hay una vibración subterránea diferente que se agradece.
   Copio una brevísima muestra.




MANOA

No vi a Manoa, no hallé sus torres en el aire,
ningún indicio de sus piedras.

Seguí el cortejo de sombras ilusorias
que dibujan sus mapas.
Crucé el río de los tigres
y el hervor del silencio en los pantanos.
Nada vi parecido a Manoa
ni a su leyenda.

Anduve absorto detrás del arco iris
que se curva hacia el sur y no se alcanza.
Manoa no estaba allí, quedaba a leguas de esos mundos,
—siempre más lejos.

Ya fatigado de buscarla me detengo,
¿qué me importa el hallazgo de sus torres?
Manoa no fue cantada como Troya
ni cayó en sitio
ni brabó sus paredes con hexámetros.
Manoa no es un lugar
sino un sentimiento.

A veces en un rostro, un paisaje, una calle
su sol de pronto resplandece.
Toda mujer que amamos se vuelve Manoa
sin darnos cuenta.
Manoa es la otra luz del horizonte,
quien sueña puede divisarla, va en camino,
pero quien ama ya llegó, ya vive en ella.

EUGENIO MONTEJO




HUMILDAD

Ten un poco de amor para las cosas:
para el musgo que calma tu fatiga,
para la fuente que tu sed mitiga,
para las piedras y para las rosas.

En todo encontrarás una belleza
virginal y un placer desconocido.
Ritma tu corazón con el latido
del corazón de la Naturaleza.

Recibe como un santo sacramento
el perfume y la luz que te da el viento.
¡Quién sabe si su amor en él te envía

aquella que la vida ha transformado!
¡Y sé humilde, y recuerda que algún día
te ha de cubrir la tierra que has pisado!

FRANCISCO VILLAESPESA


LA HORA

Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.
Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.

Ahora que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.
Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera.

Ahora que en mis labios repica la risa
como una campana sacudida aprisa.
Después..., ¡ah, ya sé
que ya nada de eso más tarde tendré!

Que entonces inútil será tu deseo
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!

Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.
Hoy, y no mañana, ¡oh amante! ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?

JUANA DE IBARBOUROU




REFINAMIENTO DEL CAMPO

Las piedras colocadas sobre piedras
y encima de ese muro primitivo
algún olivo blanco.
No sé por qué será que ciertas cosas
que apenas dicen nada,
que bien analizadas no son cosa
digna de nada,
causan sobre mi ánimo un influjo
de inextinguible paz.
Se diría que siento mis raíces
dentro de esos contornos depurados
que no son nada,
dentro de esa vejez
de una humildad tan firme
cual si una incitación muy familiar
me retuviera allí.
Algo como una voz que me dijera
de dentro de mí mismo:
esta fe encantadora
es la pobreza.

JUAN GIL-ALBERT




Huye del sol el sol, y se deshace
la vida a manos de la propia vida,
del tiempo que, a sus partos homicida,
en mies de siglos las edades pace.

Nace la vida, y con la vida nace
del cadáver la fábrica temida.
¿Qué teme, pues, el hombre en la partida,
si vivo estriba en lo que muerto yace?

Lo que pasó ya falta; lo futuro
aún no se vive; lo que está presente,
no está, porque es su esencia el movimiento.

Lo que se ignora es sólo lo seguro,
este mundo, república de viento,
que tiene por monarca un accidente.

GABRIEL BOCÁNGEL




Me he sentado en la piedra
que caliente a mis muertos.
He sentido que, vivos,
me esperaban despiertos.

Blanco sol de Castilla,
en lo alto, sonriendo.
Negra tierra de España,
en el hondo, latiendo.

Blancas nubes mirando
tras los ojos del viento.
Tierra blanca, sin hierba.
En el aire, vencejos.

Hacia atrás, la memoria,
por debajo del tiempo.
Río triste, los años.
Triste cauce desierto.

Altas sombras pasando
por el alma, recuerdos,
luces yertas y grises,
llantos, dolores quedos.

Viejas losas, en torno:
honda noche: silencio.
Nombres tristes de España,
fechas, parado tiempo.

He tocado la piedra.
El calor de mi cuerpo
he sentido la mano:
¡Me venía de dentro!

Desde dentro llegaba
la presencia del hueco
que me guarda callado
el calor de mis muertos.

CONCHA ZARDOYA


A UN JILGUERO

¡Oh cuánto es a la tuya parecida
esta mi triste vida!
Tú preso estás, yo preso;
tú cantas y yo canto,
tú simple, yo sin seso,
yo en eterna inquietud y tú travieso.
Música das a quien tu vuelo enfrena;
música doy, aunque a compás de llanto,
a quien me tiene en áspera cadena.

En lo que es diferente
nuestro estado presente
es en que tú, jilguero,
vives cantando y yo cantando muero.

PEDRO SOTO DE ROJAS


Ojos garzos ha la niña:
¡quién se los enamoraría!
Son tan bellos y tan vivos
que a todos tienen cautivos,
mas muéstralos tan esquivos
que roban el alegría.
Roban el placer y gloria,
los sentidos y memoria;
de todos llevan victoria
con su gentil galanía.
Con su gentil gentileza
ponen fe con más firmeza;
hacen vivir en tristeza
al que alegre ser solía.
No hay ninguno que los vea
que su cautivo no sea.
Todo el mundo los desea
contemplar de noche y día.

JUAN DEL ENCINA




Halcón que se atreve
con garza guerrera,
peligros espera.

Halcón que se vuela
con garza a porfía
cazarla quería
y no la recela.
Mas quien no se vela
de garza guerrera,
peligros espera.

La caza de amor
es de altanería:
trabajos de día,
de noche dolor.
Halcón cazador
con garza tan fiera,
peligros espera.

GIL VICENTE

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