9/9/2019


   Qué mundo tan maravilloso de Lola López Mondéjar.
   Hay un fondo surreal ligero en el relato ‘Pedid un deseo de amor’ con denuncia política necesariamente dulcificada. La denuncia, de hecho, podría ser una de las características principales de la narrativa breve de Lola López Mondéjar. La insatisfacción normalizada en ‘Apoptosis’, las ingenuas percepciones de viajeros burgueses occidentales observando un ambiente exótico en ‘Desconfianza’, el final abrupto que corta la armonía tropical en ‘El esqueleto de las ballenas’ y acusa la realidad del feminicidio en muchos territorios del planeta... Todo Qué mundo tan maravilloso está impregnado de querellas literarias contra los muros de la convención.
   Pero en lo que ya se ha convertido una maestra Lola es en el manejo de las implicaciones afectivas, el retrato psicológico de parejas y familias, que nos conecta con la sensación de pertenencia a la raza y a la tierra. Ese dominio de las comunicaciones conyugales o familiares se sublima en los relatos ‘Y si seguimos queriendo hasta el final, ¿qué hacemos luego?’ y ‘Hay delfines rosas en el Amazonas’, respectivamente. La familia como iglesia natural; la pareja como genuino desafío.




   El ron disminuía con la misma rapidez en la botella como aumentaba entre los tres esa desconocida sensación de euforia, de jocosa fusión etílica que provoca el alcohol; un cariño artificioso que ella atribuía a la necesidad ancestral de los seres humanos de unirse. Al principio todos los organismos se diferenciaron del mismo magma común; el deseo de fusión no es más que la nostalgia de ese momento primigenio que el alcohol rememora. Mayte pensó que necesitaba beber más a menudo, se sentía generosa y llena de amor.  

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