6/5/2019


   Stravinsky en el Birdland de Natxo Vidal.
   Suena el fraseo jazzístico en ‘Mendoza’, leemos gore lírico en ‘El número estrella de la noche’ y el relato ‘Crímenes’ cuelga en este libro su broche policíaco. La crítica política, moral o artística fundida en humor erótico en ‘Manifestación’, ‘Si se me caen los dientes’ o ‘La apuesta’ es algo que Natxo Vidal ha sabido expresar ya algunas veces en su poesía, también el humor blanco y colorista, como en ‘Señales soñadoras’ o el absurdo naïf en ‘El experimento’. La creación del humor puede nacer, a veces, de la tragedia, de la soledad, de la tristeza provocada por la desaparición de un ser amado, como en ‘Envidiosos’.
   Trata el franquismo intrafamiliar mirado con ojos infantiles en ‘Una buena persona’ y retrata una imagen de gran belleza emocional en ‘San Michele’; así también en ‘Océano’, en el que parece escucharse ‘Alfonsina y el mar’ meciendo cada párrafo. ‘Después del terremoto’ nos sirve como manual de resistencia enumerando una serie de preguntas científicas y filosóficas.
   ‘Stravinsky en el Birdland’ parece un cuadro picassiano de rombos que encajan a la perfección conforme se sucede la narración, y ‘Ochocientos kilómetros’ una metáfora de la corrupción, una trama terrorífica esquematizada, mar adentro, que te eriza el vello.
   Un notable bautismo en la narrativa breve.



Comentarios