De
una entrevista en la revista Murcia
inspira a la artista visual Tatiana Abellán, que también es docente universitaria,
subrayo dos párrafos reveladores:
—También me he sentido
excluida al no seguir esas mismas ideologías. Siento que el espacio se ha hecho
más pequeño: en los ochenta éramos mucho más libres que ahora por la corrección
política. Lo mismo pasa en Bellas Artes: en mi época había lugar para la
disidencia, y ahora todos los discursos son unidireccionales y acompasados,
¡pero si el arte contemporáneo tiene que ser justo todo lo contrario, el que va
a contracorriente! Si ahora ves los temas de interés del alumnado son todos muy
homogéneos: el feminismo, la ecología, el plástico, el calentamiento global, la
teoría queer, pero ahora no es el
momento de hablar de la teoría queer
de los noventa, sino de cuestionársela. Al final, me veo defendiendo posiciones
con las que no estoy convencida, haciendo de agente del mal, para ver si así
les provoco. Me asusta esa uniformidad, y está creando una generación de
débiles, la llamada snowflake (copo
de nieve), que los hace súper frágiles.
Su infantilización eterna está muy interrelacionada con todo lo anterior, es decir, los alumnos me hablan de esto, pero luego tengo que ir apagando todas las luces del baño de la universidad, dejan el aire acondicionado, y yo, que no voy de ecologista, veo esto y no puedo evitar pensar que son discursos vacíos, acompasados. Por otra parte, están los traumas, todos tienen trastornos de ansiedad, y son depresivos, solo saben hablar de sí mismos. Al final, es la generación de la victimización, todo les ofende y no son responsables de nada, incluso cuando les hago ver algo que no funciona: No, como no me han creado el hábito de lectura y ya tengo veinte años... Siempre hay un culpable para todo. Eso sí, son más reivindicativos y exigentes que nunca, saben perfectamente cuáles son sus derechos.
Entre tanta tontada adolescéntica, contrariedades
psicológicas, falsas luchas y actitudes crípticas recogidas en las redes
sociales, este testimonio es una joya presente y futura.
Su infantilización eterna está muy interrelacionada con todo lo anterior, es decir, los alumnos me hablan de esto, pero luego tengo que ir apagando todas las luces del baño de la universidad, dejan el aire acondicionado, y yo, que no voy de ecologista, veo esto y no puedo evitar pensar que son discursos vacíos, acompasados. Por otra parte, están los traumas, todos tienen trastornos de ansiedad, y son depresivos, solo saben hablar de sí mismos. Al final, es la generación de la victimización, todo les ofende y no son responsables de nada, incluso cuando les hago ver algo que no funciona: No, como no me han creado el hábito de lectura y ya tengo veinte años... Siempre hay un culpable para todo. Eso sí, son más reivindicativos y exigentes que nunca, saben perfectamente cuáles son sus derechos.
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