El lamento de la bestia de Antonio Marín Albalate. Mi querido
Antonio es una fábrica de sobreproducción versal. Ya he perdido la cuenta de
sus libros publicados. De este, el poema que destaca muy por encima del resto
es ‘La cita’, por mantener esa exposición tan “albalatista” de la prosa de la
vida.
LA CITA
Como tantas noches,
una vez más,
quedamos en nuestro
sitio de siempre.
Me siento en la
terraza a esperarte,
y pido una cerveza.
En pantalla de plasma,
el fútbol una vez más.
Lo miro indiferente
mientras pienso
en este país como un
inmenso
campo de balompié
donde, salvo
pegarle patadas a una
pelota,
apenas nada importa.
Pasan ya veinte
minutos de la hora
en que nos citamos y
no apareces.
Veo venir un camarero
que me avisa:
«La mujer que va
contigo está dentro».
Abro la puerta hacia
donde empiezas tú
y termina el fútbol.
Pido más cerveza para
celebrar
que acabó el partido.
Y volvemos a brindar
por la vida
mientras suena Nacha
Pop:
Un día cualquiera no sabes qué hora es...
Hablamos del paro y
del desamparo
—tanta gente saltando
al vacío—,
y de la miseria y de
los miserables,
del tiempo que es en
suma una resta.
Hablamos, mi amiga,
en este sitio donde
nos conocen
camareros, clientes
habituales,
cristales y paredes.
Y salimos a la calle
cogidos
del brazo, qué locos estamos,
riéndonos
como si el uno del
otro fuéramos
—«la mujer que va
contigo está dentro»—
ante los ojos de los
otros, cuando
sólo somos sombras de
una soledad
de nicotina
y versos
quebrados.
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