Kairós de Alicia Párraga.
Usando a menudo un humor clásico, en el sentido
estrictamente grecolatino de la palabra, Kairós
también roza por momentos la mística amorosa y escancia el líquido virulento de
la ausencia. Insisto en lo de “por momentos”, ya que lo que domina en el libro
es la convicción de fundamentar el placer: «No busco desintoxicación. / Asumo
mis vicios». También veo mucho estoicismo en el temple de Alicia Párraga, en la
manera de encarar su poética, que tiene mucho de gata sabia y entereza de leona.
Aquí parece que a Epicuro le hubiese dado por brindar con Séneca en copa colmada
de la mejor sangre de Dioniso.
Bares y bibliotecas
son los templos
donde acuden religiosamente
quienes apostatan de la cruda realidad.
Aparte de referencias mitológicas continuas, cita a
bastantes poetas de la otra sentimentalidad, de la experiencia o de la
certidumbre —póngase la etiqueta parecida que convenga— y eso determina
claramente su apuesta confesional.
donde acuden religiosamente
quienes apostatan de la cruda realidad.
Escribir con luz desde la Myrtea actual lo sabe hacer cualquiera; pero
luminosamente, los puedo contar con los dedos de una mano y quizá me sobren.
Resumiendo: más Anacreonte y menos Prozac.
Resumiendo: más Anacreonte y menos Prozac.
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